Como soy bastante original, decidí que era buen momento para ver Cónclave (2024) después del fallecimiento del papa Francisco y como yo, otra tanta gente, ya que ha tenido un pico de audiencia desde el 21 de abril. Y la verdad que tengo opiniones enfrentadas con el largometraje de Edward Berger.
En primer lugar, quiero destacar el apartado visual de esta película, ya que, como ya estamos acostumbrados en el cine actual, es el punto fuerte de la obra, con algo de descompensación con el interés narrativo, pero no tan descompensado como en The Substance (2024), como ya desarrollé en una de la reseñas anteriores, por lo que no seré redundante volviéndolo a explicar.
La composición de los planos me recuerda bastante al cine de Stanley Kubrick, con esos planos fijos y continuados en el tiempo, que dejan apreciar una composición bien cuidada, con puntos de luz y de color colocados estratégicamente para que la mirada del espectador se vaya a donde se quiere que se vaya. Este es el tipo de cine que en el que se toma directamente las normas del arte pictórico, teniendo planos compuestos exactamente igual que un cuadro, algo que en el cine actual se va perdiendo más, no se si por desconocimiento, por pereza o simplemente porque se juega con otro tipo de planos intentando romper con esa manera tan clásica.
Hablando del color, como se puede observar durante todo el largometraje, el color principal que destaca es el rojo burdeos, distintivo en los trajes de los cardenales. Sin embargo, este no es el verdadero tono de rojo que llevan en la vida real, ya que es un rojo más anaranjado. Lisy Christl, la diseñadora de vestuario, decidió darle un tono burdeos a las vestimentas, ya que es el color que se ha usado en la historia de la pintura para representar a los cardenales, haciendo que el largometraje tenga una estética más pictórica.
Esto lo acompaña la duración prolongada de los planos, más largo de lo habitual en el cine comercial actual, lo que genera un aura contemplativa y reflexiva, dando lugar a admirar los planos, a la vez qué pensar sobre lo que está sucediendo durante la película. Pero, a decir verdad, el contenido narrativo no es el punto fuerte de la obra, ya que se ha buscado una adaptación del libro demasiado clásica, entiendo que para llegar a la máxima cantidad de espectadores posible, pero el que sea demasiado autoexplicativa pierde el interés del espectador activo que busca construir la narrativa en su cabeza con lo que le están mostrando.

En cuanto a la narrativa, sigue la estructura aristotélica de manual, siendo esto una apuesta segura para que el espectador pueda entender toda la narrativa sin necesidad de hacer un gran esfuerzo de reflexión. La trama principal es el desarrollo de un cónclave ficticio a la muerte de un Papa, viendo los posibles entresijos que podría haber en uno real, pero siempre sabiendo que está dramatizado para que tenga un mayor interés narrativo.
El Cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) comienza encarnando el perfil eclesiástico idealista, que vive su experiencia dentro de la Iglesia Católica desde su fe más profunda, creyendo en la Iglesia más pura que sigue las enseñanzas de Jesucristo. El conflicto llega cuando se encuentra con los otros cardenales que tienen un espíritu más egoísta, cuya pretensión es la del poder y notoriedad, algo que se enfrenta directamente con la visión que tiene Lawrence de la Iglesia.
Esta dualidad crea una interesante narrativa siendo crítica con la Iglesia Católica, pero sin caer en tópicos ni típicos que son más un muñeco de paja que no se corresponde tanto con la realidad. Tanto a personas religiosas como a las que no lo son pueden entender igualmente el largometraje, desde puntos de vista diferentes, pero siendo una experiencia agradable y sin pretensión de ofensa, ya que ese no es el objetivo de la película, si no una reflexión conjunta entre el poder y la fe.
Todo el desarrollo de la narrativa considero que va por un interesante camino, dando ganas de ir descubriendo cuáles son las historias de los cardenales papables en la película. Sin embargo, el final de la película puede sacar al espectador de la credibilidad de la narrativa. Sin hacer spoilers, teniendo el contexto social actual, creo que es un final que puede dar lugar a comparaciones erróneas y, al ser un giro tan raro, puede llegar a parecer que no es del todo realista, por lo que considero que el final es el mayor punto flojo de todo el largometraje.
Si quieres ver otras películas sobre la Iglesia Católica como Cónclave, aquí te dejo tres recomendaciones:
Para concluir esta reseña, puedo decir que es una obra recomendable, tanto si perteneces a la Iglesia Católica como si no, porque tiene aspectos de interés para cualquier tipo de espectador. Tiene una historia que se entiende fácilmente, pero está construida como si fuera un thriller, por lo que te tiene con atención durante todo el largometraje. Además, el aspecto estético transmite una sensación de sosiego similar a la que se siente dentro de un museo, por lo que considero que es el punto fuerte de la película, siendo este su principal atractivo.
Si quieres ver Cónclave, estará disponible el 27 de junio en Movistar Plus+.
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- Gala Cubillo