Emma Corrin y David Dawson acompañan al cantante en el último drama de la plataforma de Amazon
My Policeman llegaba a Prime Video hace una semana rodeada de expectación y ganas después de que los fans del cantante británico, que ha llenado 15 noches seguidas el Madison Square Garden, abrieran ganas el pasado mes de septiembre con Don’t Worry Darling (No te preocupes querida en España). Podemos aventurarnos y decir que este está siendo, sin duda, el año del solista, y es que la sola presencia de Harry Styles en grandes producciones audiovisuales garantiza que gran parte del público acuda a ellas siguiendo su lado más fan. Es una apuesta segura tal y como se comprobó con su anterior película y las salas llenas que dejó por todo el mundo.
La cinta, dirigida por Michael Grandage y basada en la novela homónima de 2012 de la autora Bethan Roberts, nos lleva al Brighton de los años 50 de la mano de un singular triángulo amoroso. Este, está formado por el policía Tom Burgess (Harry Styles), su mujer Marion (Emma Corrin) y su amante Patrick (David Dawson). En una época en la que la homosexualidad era ilegal, la película se introduce en el sentimiento de represión del joven policía que busca tener las mejores partes de la vida: la aceptación social gracias a su matrimonio y, el deseo y la pasión que siente con su amante.
Sus casi dos horas de duración se hacen de lo más amenas gracias al ágil ritmo del film que combina flashbacks de los años 50 con fragmentos de la vida de los tres protagonistas cuatro décadas después.
La versión adulta de los personajes está encarnada por Linus Roache (Mandy), Gina McKee (Notting Hill) y Rupert Everett (La boda de mi mejor amigo). Cuando Marion encuentra unos diarios de Patrick -quien está en casa del matrimonio por un ictus que lo ha dejado totalmente dependiente-, empieza a leerlos y toda la historia va tomando forma ante los ojos del espectador.
Los recuerdos de esos años 50 junto a su marido y el que ella veía como un buen amigo de la pareja se van completando con los diferentes puntos de vista y sentimientos. Un triángulo en el que la joya más preciada es el personaje de Styles, siendo algo bastante similar a lo que pasa en la realidad con la película. El británico es el diamante de la temporada y los directores de casting lo saben, aprovechándose de ello con el objetivo de llevar sus películas al éxito.
En términos generales, la historia queda superficial ya que no ahonda lo suficiente como para acabar empatizando con los personajes al 100%. El tema de la homosexualidad y la forma en la que podían llegar a sentirse los protagonistas no queda clara del todo. Aun así, queda una película digna que acaba enganchando por lo estéticamente perfecta que es y debido a determinados momentos que sí que acaban con toda estabilidad emocional.
Es imposible no acabar derramando alguna lágrima al ver, por ejemplo, la contención del personaje de David Dawson y Rupert Everett y cómo él acaba sufriendo por un amor que pensaba libre, pero que al final queda encerrado bajo llave en el armario con el propósito de olvidarlo.
Lo difícil de la cinta reside en lo complejo que resulta entender el comportamiento de los personajes debido, en su mayor parte, a la falta de bagaje que se comentaba antes. Nos faltan datos, emociones y sensaciones para acabar de comprenderlos. El egoísmo que presentan todos y cada uno de los personajes al buscar en todo momento la felicidad propia -y que sería tan interesante de explorar y desarrollar- queda en un claro segundo plano tras las tórridas escenas de sexo.
Al hablar de las actuaciones es inevitable no volver a cuestionar al cantante, tal y como pasó con No te preocupes querida. El trabajo de Styles está expuesto a un sinfín de críticas y malos comentarios. Pero, ¿de verdad es tan malo? En esta ocasión el trabajo de Dawson, McKee o Everett lo deja a la sombra de las grandes actuaciones de los tres titanes de la película. Pero, centrándonos en la labor del británico, se nota la madurez que requería el personaje (frente a su última actuación) y la que va presentando el joven actor, quien poco a poco va encontrando su sitio. Aun así, nos seguimos encontrando un Harry Styles bastante sobreactuado en las escenas más dramáticas y conflictivas, sacando así al espectador de la trama. ¿Estamos ante su talón de Aquiles, los enfrentamientos en pantalla?
My Policeman no pasará a la historia como la mejor adaptación, pero sí como un estética y emotiva historia de amor prohibido que supuso un punto y seguido en la actuación de Harry Styles. La película no tardará en entrar en los rankings de la plataforma suponiendo otro éxito en la trayectoria profesional del cantante. Esperemos que el sector augure un buen futuro al británico y le permita desarrollarse más allá de ser el galán de una historia ambientada en los 50.
Perfil de autor/a
- Sheila Bonoso
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