PORTADA - Una Ballena (1)

“Una ballena”: la enigmática y fantástica joya del cine español actual

En el Festival de Cine de Sitges del 2024, Pablo Hernando estrenó Una ballena, una coproducción eusko-italiana que sería el tercer largometraje del director. Esta película nos presenta como protagonista a Ingrid (Ingrid García-Jonsson), una sicara noruega residente en Bilbao, quien asesina por encargo a un empresario del Puerto de Bilbao, lo que conlleva a un conflicto de poder entre Melville (Ramón Barea), un contrabandista, y un comerciante de lavadoras (Óscar Pastor). Sin embargo, la narrativa tiene varios subtextos que van más allá de esta trama principal, que me gustaría ir desgranando uno a uno.

En primer lugar, Ingrid se nos muestra como una mujer fría y enigmática, que ya ve que hay algo raro con ella cuando vemos que, después de cometer un asesinato, emerje una sustancia blanca y viscosa de su cabeza. Ingrid almacena esta sustancia en un arcón porque es algo muy preciado para ella. No empezamos a intuir lo que esto significa, hasta que nos trasladamos a un flashback de la infancia de Ingrid, en la que vemos como la muerte de su padre le supuso un gran trauma, resultante en su actitud casi robótica. Todo este trauma es representado por varias escenas que recrean un universo liminal y onírico al cual se traslada Ingrid y de donde emerge un gran ser mitológico, siendo este el resultado de su trauma.

 Por otro lado, tenemos la subtrama de Melville, quien es un anciano contrabandista que lleva prácticamente toda su vida con el negocio y ya va sintiendo el paso del tiempo. Después de décadas teniendo el control del Puerto de Bilbao para realizar su contrabando, se da cuenta que ya va perdiendo relevancia en la industria y ve como otros empresarios más jóvenes van tomando el control de lo que antes creía suyo. Esto ya se empieza a intuir en una primera conversación entre Melville e Ingrid, quien expone la reemplazabilidad del ser humano y la prescindibilidad en el ámbito laboral. Esta subtrama se va intuyendo ya en la construcción de personaje de Melville a lo largo de la narrativa, pero ya se expone de forma más explícita en una de las últimas conversaciones que tiene con Ingrid, exponiendo su preocupación por darse cuenta que ya no tiene lugar en el mundo y está sintiéndose desplazado por otros que van viniendo después que él.

Pero además, la relación entre Ingrid y Melville desvela una tercera subtrama y la que, a nivel personal, me parece la más interesante. Melville es un entusiasta de la mitología y parece que es lo único a lo que se agarra cuando ve derrumbarse el negocio al cual le ha dedicado toda su vida. Esto se puede interpretar como la representación del pensamiento mítico que tenemos todo ser humano, en mayor o menor medida, pero que nos sirve para dar esa sensación de tranquilidad ante el abismo de la incertidumbre, creando y creyendo en relatos míticos para así cubrir a lo que el pensamiento filosófico (o racional) no puede llegar.

Fotograma del largometraje Una ballena (2024), Pablo Hernando.

Toda la narrativa se muestra de manera muy visual (lo que considero que es algo muy positivo en una película), por lo que muchas de las imágenes creadas dan lugar a múltiples interpretaciones, y esto es lo que hace que el arte esté vivo y sea interesante. Pero lo que sí es más objetivo es la delicadeza y gusto con el que Pablo Hernando ha captado la belleza de la zona más industrial de Bilbao. Cada plano se puede ver como una forma de apreciación y admiración a la ciudad, pero desde la mirada más industrial y brutalista, lo que enmarca de forma coherente toda la narrativa que hay detrás.

Además de la estética industrial, en las escenas en las que se muestra la mitología que tiene detrás, se propone una estética liminal que denota el carácter onírico de la película. Para representar los sentimientos y la mente de Ingrid, Pablo Hernando ha creado un universo visual que genera un lugar de paso que está entremedias de otras realidades. De este espacio liminal, emerge un gran monstruo de creación del propio Pablo, que puede hacer referencia a aquel episodio traumático del pasado de Ingrid y que es la brocha de este universo onírico que presenta el largometraje.

La estética de la película tiene un tono bastante oscuro y es precisamente que el elemento de la oscuridad sirve como otro elemento narrativo más, del que emergen o desaparecen personajes y entidades para crear una atmósfera interesantemente inquietante. A esta atmósfera se le suma el uso del sonido, al cual tengo que hacerle una mención especial, ya que tanto el diseño de sonido como la banda sonora, compuesta por la artista vasca Rrucculla, hace que el largometraje se vea envuelto en un tono sombrío ayudando a contar sin palabras y transmitir con frecuencias.

Si quieres ver otras películas similares a Una ballena, aquí te dejo tres recomendaciones:

The Conversation (1974), Francis Ford Coppola - FILMIN
Arrival (2016), Denis Villeneuve - Netflix
A History of Violence (2005), David Cronenberg - Netflix

Para concluir, puedo decir que me ha sorprendido gratamente que en España se esté haciendo un cine con tanta delicadeza en el apartado estético y con diferentes capas en lo narrativo, que de pie a varias interpretaciones para hacerlo así aún más interesante. Si bien tengo que mencionar que, en algunos momentos, los diálogos no consiguen del todo el equilibrio entre no contarlo todo y ser demasiado explicativos, pecando a veces de contar demasiado. Además, la personificación de un trauma infantil en un ser monstruoso ya está bastante manido en otras narrativas y se ha convertido en un tropo algo simplista. Pero a pesar de estos dos detalles, considero que Pablo Hernando ha hecho una gran obra que denota un gusto por el arte cinematográfico y auguro que, si sigue por este camino, podría consolidarse como uno de los nombres más relevantes en el cine español.

Si quieres ver Una ballena, está disponible en FILMIN.

Perfil de autor/a

Gala Cubillo

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