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Pablo López en el lugar donde todo es posible

El cantante malagueño cierra el Madriz Summer Fest con un nuevo sold out en la capital.

 

Foto: Óscar Lafox

La pasada noche en el WiZink Center de Madrid había muchos menos ojos observándole que la última vez que pisó ese escenario. Sin embargo, el propio cantante ya avisó: “Hoy quizá falte espacio para que quepa lo grande que llevo el alma”. La parada de la Gira López en la capital como parte del Madriz Summer Fest prometía ser una cita muy especial y llena de sorpresas. Y vaya que sí lo fue.

Eso es lo que pretendió trasmitir Pablo López desde el primer momento en el que sus dedos se posaron sobre las teclas del piano y comenzó a entonar una versión de ‘Hoy puede ser un gran día’ de Joan Manuel Serrat. Pero su último gran éxito ‘Mariposa’ poco se hizo de rogar, e interpretó seguidamente una versión del sencillo mucho más lenta llevándola a un ritmo de balada.

La soltura y capacidad de improvisación que tiene el artista malagueño es innegable. Juega con el piano de todas las maneras posibles. En el silencio expectante del recinto que busca descifrar cuál será el próximo tema, resuenan melodías, como la de ‘Empire State Of Mind’ de Alicia Keys para introducir ‘Mariposa’ o para el caso de ‘El Mundo’, como no podría ser de otra forma, tomó como preludio instrumental ese otro “mundo”, el de Sergio Dalma. López realizó un viaje a lo largo de su discografía, no sólo a través de sus tres discos ya publicados, sino que también le regaló a su público un tema inédito de ‘Unikornio: once millones de versos después de ti’, su próximo trabajo que saldrá a la luz a finales de año, que llevaba como título ‘Tempo’.

Foto: Óscar Lafox

Con esta gira, sus dos primeros trabajos, ‘Once historias y un piano’ y ‘El mundo y los amantes inocentes’ tomaron una segunda vida siendo protagonistas de prácticamente todo su recital de éxitos con la actuación de temas como: ‘Te espero aquí’, ‘Dos palabras’, ‘El mundo’ o ‘Tu enemigo’.

A pesar de que solamente estuviese armado de su piano, el artista supo buscar un sinfín de recursos para interpretar sus canciones. Sus manos bailaban sobre el teclado, pero también marcaban el ritmo de cada canción mediante golpes de todo tipo en diferentes puntos de la caja de resonancia, o utilizaba esa misma caja abriéndola para hacer resonar su voz, o pulsar con sus dedos directamente las cuerdas del piano. Así pues, cual hombre orquesta, no sólo supo emocionar al público con sus baladas, sino que también puso en pie al público en numerosas ocasiones con canciones como: ‘Suplicando’, ‘La mejor noche de mi vida’ o ‘Hijos del verbo amar’, en la cual los ritmos a través de golpes y palmadas en la caja compitieron en protagonismo a la melodía que surgía de las cuerdas percutidas en el piano por las teclas.

Pero aún hubo tiempo para más sorpresas. Mientras cantaba y tocaba ‘Vi’, con unos ritmos mucho más jazz que la versión en estudio, López se quedó con el público cantando alguno de los versos de la canción en inglés. La expectación era máxima en todo momento, ya que las sorpresas eran continuas durante todo el concierto.

Llegó ese “espacio blanco” del setlist en el que cualquier canción que pidiese el del público tenía cabida, tanto suya como de otros. Entre voces que le demandaban canciones menos conocidas suyas, hubo una que llamó la atención del artista sobre las demás. Un chico de pista le pidió cantar una canción de Jarabe de Palo, y el artista no dudó en rendir homenaje a su amigo Pau Donés en esta noche tan especial para él. Rápidamente le pidió a su road manager que le dejase el móvil para poder cantar ‘La quiero a morir’, una canción de Francis Cabrel que se renovó y alcanzó gran fama con una versión que realizó Jarabe de Palo con Alejandro Sanz. Recientemente, Dani Martín realizó también una cover del tema para recordar a este gran cantautor que nos dejó el pasado 9 de junio.

Uno de los momentos más especiales de la noche fue la interpretación de ‘Lo saben mis zapatos’. El artista decidió dejar atrás su piano para ir hacia lo más alto de las gradas del recinto para desde allí cantar a cappella junto a su público cada uno de los versos de la canción.

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López subió a las gradas a cantar ‘Lo Saben mis Zapatos’ | Foto: Óscar Lafox

A pesar de la inmensidad medio vacía del recinto a causa de las medidas sanitarias de prevención contra la COVID-19, López supo generar un ambiente distendido y cómplice en todo momento con el público. Sus comentarios y mensajes entre canción y canción -e incluso durante las mismas- hizo revelarnos al Pablo más cercano y sacar más de una sonrisa a todos durante la noche. Es evidente que es el escenario acompañado de su piano, el juguete favorito del niño, el lugar donde se siente más cómodo del mundo.

Destacar además la interpretación que el cantante realizó del primer sencillo de esta nueva era musical: ‘Mama No’. La canción, acompañada del piano, los golpes en la caja, su voz y la del público con los coros, hizo que adquiriese una magia especial y única propia del directo, que transmitía cómo verso a verso el cantante se desnudaba emocionalmente y sin tapujos ante sus incondicionales.

Cerró el concierto con la actuación de su recién estrenado single: ‘KLPSO’ dejando a todo el público con un suspiro contenido ante semejante revelación de verdad y sinceridad sobre él mismo. Esta canción iba por todos aquellos que lo supieron querer cuando él no lo hacía, y terminó de dejar en esta canción todo lo que quedaba de sí mismo en estas notas y en esa voz rota, sin micrófono, que se perdió como un susurro en cada rincón del palacio.

A pesar de que ‘Camino, Fuego y Libertad’ ha sido el álbum que le ha encumbrado como uno de los mejores compositores de este país, tan solo cantó un tema de este disco: ‘El Camino’. Así es, no hubo “patio” en el salón de juegos de Pablo López que se convirtió el WiZink. Tras algunas peticiones a gritos ciertamente insistentes a partir del último tramo del concierto por parte de un sector del público, el malagueño señaló con seriedad que probablemente no la cantara porque, si existe un lugar donde puede pasar cualquier cosa, ese es el WiZink Center de Madrid.

Y no importó que no estuviese ‘El Patio’ resonando entre esas cuatro paredes. Este concierto fue una total y absoluta declaración de amor, hacia su público, a su música y a sí mismo. Y como él bien dijo: “El amor es precisamente eso, no ser esclavo de nadie”.

Por: Inés Serrano

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