Netflix ya tiene en su catálogo el esperado spin-off de una de sus series más internacionales: La casa de papel
Han pasado ya más de dos años desde que nos despedimos de Berlín, Tokio, Nairobi, Río, Denver y el Profesor -no, no estamos en una clase de geografía previa a la selectividad- y todavía no hemos superado como sociedad el delirio colectivo que fue aquello para nosotros. Durante más de 40 episodios, cinco temporadas y casi 5 años de emisión, esta banda de ladrones se convirtió en nuestro mejor aliado, eran nuestros amigos (confesemos que nadie quería que les pasara nada y no llevarse el oro del Banco de España era un fracaso casi vivido como nuestro) cuando en 2021 se puso punto y final -gracias a Dios- a la historia de uno de los mayores atracos de la ficción de nuestro país. O eso creíamos todos.
Cuando el boom de La casa de papel parecía haber pillado velocidad de crucero -ya no veíamos en Halloween o Carnaval tantos monos rojos y caretas de Dalí-, Alex Pina volvía a nuestras vidas (y a la de Netflix, quien lo adoptó en 2017) para el spin-off que todos los fans de la serie original pedían a gritos y que, rentablemente hablando, era el que más juego y recorrido podría dar al universo creado. Berlín aterrizaba en la plataforma del tudum a finales del año pasado para contarnos los comienzos de este excéntrico y particular personaje interpretado por Pedro Alonso. En forma de precuela vemos cómo Andrés Marquina de Fonollosa, aka Berlín, planea el robo de un lote de joyas valorado en 44 millones de euros junto a la que fue su primera banda. Un paseo en bici para el que años después planea la entrada a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
La nueva banda
Foto promocional del reparto del spin-off Berlín
Si difícil era superar a la serie madre, una ficción que todo el mundo sabe de lo que va, seleccionar al reparto idóneo lo era casi aún más. Y, aunque fuese ardua tarea, el equipo de casting ha conseguido reunir a algunos de los rostros más consolidados de nuestra televisión -reclamo para los más veteranos en esto- junto a otros nuevos -reclamo de los más jóvenes -que se presentan como firmes candidatos a seguir con la saga (o no). Michelle Jenner (La cocinera de Castamar), Tristán Ulloa (La chica de nieve), Begoña Vargas (Las leyes de la frontera), Julio Peña (A través de mi ventana) y Joel Sánchez (que debuta como actor en esta ficción) completan junto a Pedro Alonso este escuadrón de ladrones que se encontrará en el reparto con otros rostros como el de la actriz mexicana Samantha Siqueiros o Masi, la famosa streamer que actualmente se encuentra presentando la post-gala semanal de Operación Triunfo. Además, para los más nostálgicos de la serie, también tendremos las versiones previas a La casa de papel de Raquel Murillo (Itziar Ituño) y Alicia Sierra (Najwa Nimri).
Una de las cosas más interesantes de este reparto es ver cómo Netflix apuesta, una vez más, por Julio Peña para sus contenidos más globales, aunque esta vez en una nueva faceta que parece si no solo reforzar la idea de que está hecho para el salto al otro lado de la mano de la plataforma. El que fuera chico Disney, encontró su mayor pico de popularidad al encarnar en el año 2022 al protagonista masculino de A través de mi ventana (adaptación del libro homónimo de la venezolana Ariana Godoy). Este año, además, se estrena en la misma plataforma la tercera entrega y final de esta saga de películas juveniles en las que hemos podido ver su versión más “niñata” y cañera. Netflix tiene su bolsa de actores predilectos y ahora, y gracias a Berlín, pretende lanzarlos al estrellato mundial que tenía asegurado por el spin-off de su serie ganadora de un Emmy.
¿Fiel sucesora de la idea original?
Pedro Alonso y Tristán Ulloa como los pesos pesados de este reparto
En un momento para el audiovisual -nacional e internacional- en el que todo está inventado, todo está más que explotado, y con una predecesora tan potente, Berlín no iba a inventar la penicilina y eso lo sabemos todos. O, ¿acaso alguien iba con algún tipo de expectativa de ser sorprendido? La pregunta clave que hay que hacerse es si estar a la sombra de La casa de papel ha jugado en su contra o a favor. Pocas veces segundas partes son buenas y aunque esta lo ha intentado (y tenía los ingredientes para lograrlo), no ha conseguido alcanzar el hype con el que se la esperaba (recordemos que Netflix empezó a hablar de ella un año antes en su evento Tudum).
La serie ha pecado de querer parecerse demasiado a su ficción original (sí, también tienen su momento musical a lo Bella Ciao) para conseguir el mismo éxito sin despeinarse. Ha seguido la misma estructura basada en un atraco imposible que queda relegado a un segundo plano casi en la totalidad de esta porque hay algo que les mueve mucho más y que es más importante y universal: el amor. Cada vez estamos más acostumbrados a ver cómo estando en mitad de un robo rodeado de policías, en mitad de una tormenta que vaticina el fin del mundo o siendo perseguidos por un asesino siempre, y con siempre me refiero al 99% de las veces, hay tiempo -y cuerpo- para un beso de amor verdadero y pasional que pocas veces es el punto y final, y que casi siempre es el preámbulo de una elipsis que nos lleva a un desenlace feliz. Una explosión de fuegos artificiales que la pareja protagonista lleva conteniendo durante todo el metraje. Y en Berlín esto se les va de las manos.
“Lo nuestro no era una aventura divertida, era real, era amor de verdad. No tenía nada que ganar estando contigo, al revés, solo tenía cosas que perder y, aun así, volvería a jugármelo todo mil veces por volver a conocerte”.
El principal problema que presenta la serie es que busca ser muchas cosas en una y al final, el resultado es algo confuso que se queda eclipsado por el nombre tan grande que tiene sobre sus hombros. Más allá de las lecciones amorosas que pretende enseñar (y a las que ya estábamos acostumbrados en La casa de papel), durante los ocho capítulos se tiene la sensación de estar ante dos series totalmente diferentes en una.
Por un lado, está la trama del atraco con una banda que por sí sola tiene poco peso -estamos aquí por Berlín-, pero que consigue un buen equilibrio entre el robo y sus relaciones interpersonales (previsibles desde el minuto uno y que no pretenden disimular el cliché de chicos malos unidos por la tragedia y el de chica buena virgen que cae rendida a los pies del fuckboy). Pero es que, en el otro lado de la balanza, contemplamos una historia de amor imposible a lo parisino con un Berlín (Pedro Alonso) más insoportable de lo normal y todo ello filmado al más puro estilo publicitario. Los tonos de la fotografía cambian, los planos son más bailados, el ritmo es mucho menos frenético, el guión parece sacado de una novela de Jane Austen… Y esto sin hablar de que toda la serie es un anuncio continuo de cierta marca de cerveza. Señoría, hay un poco de ficción en este anuncio.
El glamour y lujo de la mejor parte de Paris ha sido otro de los protagonistas de esta serie
Si hablamos de la parte de acción de la serie estamos ante una temporada más -otra de tantas ficciones sobre robos- que relata, de la forma en la que nos tenían acostumbrados los creadores y guionistas, un atraco que a cualquier mortal le parecería imposible, pero que ellos llevan a cabo con una soltura y facilidad difícil de creer y en la que encontramos cierta fascinación y satisfacción al observar.
No hay nada que nos guste más que planos cargados de lujo, palacios, joyas, Paris… ¿La parte romántica, en cambio? Excesiva, inverosímil, vacía, previsible y que, a fin de cuentas, despoja de todo protagonismo a la trama que debería ser la central. En el equilibrio está la belleza y en esta ficción vemos cómo la balanza se ha decantado por el lado que romantiza (más que tú en tu último post de Instagram) la soledad, el todo vale por amor. A Netflix esto le ha valido para alcanzar, en poco más de 3 semanas, más de 42 millones de visualizaciones, hecho que le garantiza (si alguien tenía alguna duda) una renovación que no será si no el principio del que, si quisiera, podría ser un largo camino de la mano de La casa de papel. Pobres ilusos cuando en 2021 creíamos cerrado este capítulo de nuestras vidas.
Perfil de autor/a
- Sheila Bonoso
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