La serie, del creador de Élite, ha llegado a Netflix dispuesta a arrasar con su historia de amor, abriendo puertas a nuevos rostros de la ficción española
Todas las veces que nos enamoramos llegaba a Netflix en pleno mes del amor para cautivar a los suscriptores de la plataforma con su inusual historia a manos de las decisiones que tomamos en el día a día. Una comedia romántica al puro estilo Serendipity (2001), en la que no faltan los clichés más típicos de estas producciones, pero que nos aproxima a nuevas realidades no tan comunes en la ficción que la hacen, dentro de lo que es, mucho más humana y cercana.
Carlos Montero, al que ya conocemos por series como Élite o El desorden que dejas, ha creado esta serie de 8 capítulos que te hace viajar al Madrid de principios de los 2000 para vivir la historia de amor entre Irene (Georgina Amorós) y Julio (Franco Masini). Una aspirante a directora de cine se traslada desde Castellón a la capital para cumplir su sueño y allí formará una nueva familia con sus compañeros de piso y amigos, encontrando por el camino al protagonista de las idas y venidas de su vida.
Franco Masini ha pasado de ser chico Disney (Violeta, Perte Punk) a arrasar en Netflix, pasando por interpretar a Tony en la versión argentina de Cuéntame cómo pasó.
Una serie con mucho que decir
La serie es una declaración de amor al séptimo arte gracias a las continuas referencias (y críticas) directas e indirectas que este grupo de estudiantes de cine hacen al sector. Una oda a todo el mamarracheo dosmilero que tanto gusta y que oscila entre el ‘Cuando tú vas’ de Chenoa como BSO y los Nokia 3310. Una era sin ‘Me gusta’, sin matches, y en la que el ghosting se basaba en no devolverte la llamada perdida. La ambientación perfecta para triunfar.
A lo largo de los capítulos viajamos al presente (2022) y pasado (2003) de este singular grupo de amigos que unió un corto y cuyas vidas conectan de formas que van más allá de compartir piso o fiesta. La vida se trata de compartir experiencias y esta serie lo ha sabido plasmar a la perfección. Con varios intensos giros de guión a los que no nos tiene acostumbrados el creador en sus proyectos, la serie deja claro desde el primer momento que no va a ser la típica comedia romántica de chica conoce chico, aunque en esencia lo sea.
El sentimiento de unión después de una catástrofe, la efimeridad de la vida, la frustración laboral, la libertad sexual, las adicciones, la diversidad en todos los ámbitos, el embarazo juvenil… Son algunos de los temas que esconde esta simpática rom-com de Netflix que tiene mucho que decir.
Todas las veces que nos enamoramos ha conseguido escalar al Top10 de la plataforma en más de 20 países en su primera semana.
Sobre los personajes
Gran parte del éxito que está teniendo reside en el carisma de todos y cada uno de sus personajes. Todos tienen voz propia y algo que decir, todos son protagonistas de su historia y a la vez secundarios de la historia central.
A Georgina Amorós (Irene) ya la conocíamos de Élite, serie en la que interpretaba a Cayetana, y sabíamos de lo que era capaz de hacer; pero ha sido su compañero en esta aventura quien se ha convertido en la gran revelación de la temporada. El argentino Franco Masini (Julio), conocido por su papel de Luka Colucci en la nueva versión de Rebelde, se ha metido en el bolsillo a todos los corazones con su personaje.
La pareja protagonista de esta historia de amor está rodeada de otras jóvenes caras ya conocidas como nuestro próximo Camilo Sesto en la ficción, Alejandro Jato. Carlos González interpreta a Da, aunque ya disfrutamos de su talento en Maricón perdido; Albert Salazar (Fer) es protagonista de la nueva etapa de El Internado. A ellos se les suman los nombres de Roser Vilajosana (Adri) y Blanca Martínez (Jimena). Esta última, junto a Carlos González, han formado un tándem perfecto que los espectadores han alabado. Dos personajes, con cuerpos no normativos, en los que su aspecto no es el centro de su trama. Mientras que Da lucha por hacerse un hueco en el mundo del guión y lidia con una “pareja” que no quiere salir del armario, Jimena se queda embarazada con apenas 20 años y esta podría ser su única oportunidad de ser madre por un problema en el útero.
Problemas, situaciones y cuerpos que se empiezan a ver de forma más asidua en la pantalla y que conectan con un público que, por fin, se siente representado en lo que ve. Poco a poco empezamos a ver tramas que se aproximan más al día a día de los espectadores y se alejan de las utopías que tienden a protagonizar las series y películas de los últimos años.
“Es cierto que de unos años a esta parte había muchísimos menos papeles o era muchísima menos la representación de gente con un físico determinado. Pero, creo que eso está cambiando y estamos haciendo que cambie entre todos”, declara en una entrevista para El Español Blanca Martínez, que próximamente debutará en la película Alimañas, dirigida por Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez.
Con un final más que propenso a una segunda temporada, todavía no hay noticias sobre si la serie de Carlos Montero tendrá más vida en la plataforma que actualmente se encuentra en su momento más delicado.
Es en estos términos cuando te das cuenta de que lo que estás viendo no es solo una comedia romántica en la que van a acabar juntos por mucho que el destino se interponga. Es un espejo en el que vemos reflejadas muchas realidades que nadie, o casi nadie, quiere dar voz y que tan importantes son de plasmar. Todas las veces que nos enamoramos no es la típica comedia romántica que esperas.
Perfil de autor/a
- Sheila Bonoso
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